El Propósito en la vida profesional

31 ene

En estos últimos días nos hemos enterado de un nuevo caso polémico de privacidad, en el que Noruega ha sancionado a Grindr con 10 millones de dólares de multa, por vender datos personales sin el permiso ni el conocimiento de sus usuarios, que incluyen incluso sus ubicaciones físicas. Teniendo en consideración que la aplicación Grindr es actualmente la herramienta más popular de colectivos LGTB, las consecuencias personales podrían llegar a ser terribles en más de un caso.

Curiosamente, un reciente comunicado interno de Andrew Bosworth, vicepresidente en Facebook, animaba a sus compañeros a cambiar el enfoque de los desarrollos, con el argumento de que «la forma en la que hemos estado trabajando hasta ahora ya no es la mejor forma de hacer las cosas«. En su escrito, Bosworth hace un llamamiento a un cambio de enfoque en su compañía, donde la privacidad de los usuarios asuma una relevancia crítica y donde el modelo de negocio no se sustente en la recolección y uso de los datos personales. Aunque lamentablemente es muy probable que el comunicado de este ejecutivo no cale en una compañía que históricamente ha destacado por un abuso desmedido de este asunto, sigue resultando una noticia muy interesante. Porque, a grandes rasgos, con su comunicado Bosworth está intentando redefinir el propósito de Facebook.

 

Entendiendo el propósito

Angela Duckworth, en su magnífico libro «Grit» (gracias, @Sam, por recomendarme esta lectura), afirma que el propósito es un aspecto clave en aquellas personas que han tenido un impacto brutal en su ámbito profesional. Para Duckworth, el propósito significa «la intención de contribuir al bienestar ajeno«, por lo que está especialmente centrado en los demás, yendo mucho más allá de la satisfacción intrínseca que nos pueda generar un puesto de trabajo.

En su libro, Duckworth asegura que en lo que respecta al propósito es mucho más relevante cómo vemos nuestro trabajo en sí, que la posible descripción formal del puesto. Porque el propósito es un paradigma mental que excede con creces los aspectos más tangibles de los resultados de un trabajo. En realidad, se convierte en una forma de expresar tus valores más profundos.

Recientemente, un compañero de trabajo, Carlos, me llamaba para comunicarme que decidía causar baja voluntaria en nuestra empresa. Dentro de los diferentes motivos que explicaba, uno de los principales fue que deseaba buscar un propósito mayor, y que entendía que esa búsqueda le impulsaba a mirar hacia otros equipos, otros entornos, otras realidades. No sólo le entendía perfectamente, sino que a pesar de perder una persona valiosa en mi equipo, no pude más que animarle a perseguir esa idea. Porque para algunos, tener un propósito se convierte en una necesidad higiénica más relevante que otros factores como el ambiente laboral o incluso la retribución económica.

 

El propósito y los individuos

Tener un propósito o no es una cuestión personal, y no siempre tiene por qué darse. Pero más importante es recordar que no se trata de una sustitución de prioridades, sino de un aspecto más a tener en cuenta. Hay profesionales cuyo mecanismo interno se fundamenta únicamente en un interés personal, hay otros profesionales cuya prioridad es el interés en los demás y hay un conjunto de personas que tienen intereses en ambos aspectos. Sin embargo, según Duckworth, aquellos que experimentan los niveles más altos de rendimiento profesional son las personas que tienen tanto interés en sí mismos como interés en los demás.

Tenemos la oportunidad de replantearnos nuestros trabajos, tratando de enfocarlos como una manera de contribuir positivamente en la sociedad, tanto como individuos aislados como por ser miembros de un equipo. En clara alusión a la conocida «historia de los tres canteros«, donde un obrero puede limitarse a definir su rol en el mundo como alquien que mueve piedras de un sitio a otro, o bien puede manifestar con orgullo que está construyendo una catedral.

Adicionalmente, como individuo, también puedes contemplar el propósito como una manera de expresar tus valores humanos esenciales, aquellos que has decidido que definen tu conducta y que definen cómo te relacionas con los demás.

En el caso de los líderes, incorporar el concepto de propósito abre una puerta magnífica para seguir construyendo equipos y causar un impacto relevante en las personas con las que trabajas. Porque como líder puedes ayudar a desarrollar el propósito de aquellos colaboradores que ya lo tienen definido, o bien puedes ayudar a encontrarlo a aquellos compañeros que aún lo buscan o incluso puedes construir un propósito común para todo tu equipo. Únicamente ten presente una consideración importante: no todo el mundo necesita ni quiere tener un propósito en su ámbito laboral. Como siempre, la clave está en tener un liderazgo adaptativo. Identifica qué personas de tu equipo desean darle esa profundidad a su vida profesional, y qué personas en cambio no tienen esas inquietudes. Porque cada uno de estos dos perfiles tienen necesidades y expectativas distintas, y requieren un enfoque de liderazgo diferente.

 

El propósito y las organizaciones

Afortunadamente, existe un movimiento cada vez mayor de tratar de evolucionar las organizaciones a partir de la Misión y la Visión, y pensar en términos de Propósito. En línea de lo que ya mencionaba Simon Sinek en su magnífico «Start with why«, lo que marca una verdadera diferencia no es tanto qué es lo que haces como el por qué lo haces.

Para ello, debemos huir de clichés y conceptos huecos. Este propósito debe ir más allá de la cartelería y del marketing presente en la web, y convertirse en una parte consustancial en la definición de la estrategia de una empresa.

Es decir, el propósito de una empresa y los valores sobre los que éste se construye, no sólo definen la motivación por la que existe una empresa en el mundo. También debe definir cómo la empresa se integra y se relaciona con la sociedad en la que existe.

Por supuesto, toda empresa debe ser en primer lugar rentable y atender a sus compromisos con los accionistas. Pero, de cara a garantizar cierto nivel de sostenibilidad, de cara a atraer talento, de cara a tener un verdadero impacto económico y social… debería considerar todos sus grupos de interés. Debe ir un paso más allá del EBITDA/EBIT, y tener un propósito que dé profundidad a su existencia, que enmarque un modelo de conducta que sea respetado por todos los niveles de la organización y que sirva de faro en los momentos de mayor incertidumbre.

 

En pleno siglo XXI, es necesario que las empresas y los profesionales revisen cómo aportan valor a su alrededor, que esa aportación esté enraizada en unos principios determinados (valores) y que marque nuestro rumbo a largo plazo. Hacer lo contrario sería ser uno más, del montón, y autolimitarnos a vivir una vida profesional sin la plenitud que puede llegar a tener.

 

 

 

Imagen bajo licencia Creative Commons. Fuente:  Andrew Magill

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