Mejora continua e innovación disruptiva

25 dic

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La semana pasada tuve la ocasión de asistir al Taller: «Big Data: experiencias reales», organizado por la Universidad de La Laguna y realizado por el Grupo de Investigación Taro en colaboración con la empresa Keedio.

Se trataba de unas jornadas locales destinadas a actuar como punto de encuentro de instituciones públicas y privadas en el ámbito del tratamiento masivo de datos y el despliegue de proyectos Big Data en Canarias.

Durante dicho evento, una de las ponencias llevada a cabo por Marcos Colebrook incluía esta imagen en una de las diapositivas:

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Se trata de la evolución del coste de secuenciación del genoma humano, a medida que ha ido avanzando su investigación a lo largo de los años.

La imagen me pareció un magnífico ejemplo para observar en un caso real la diferencia entre mejora continua gradual (kaizen) y la mejora radical (kaikaku). Mientras que el primero se basa en obtener incrementos cortos basados en acciones sencillas y de bajo coste, el segundo está centrado en mejoras sustanciales fundamentados en cambios importantes en el método, la estructura o la tecnología de un proceso.

kaizen-kaikaku

Imagen extraída de un excelente artículo de Jorge Roig

En la primera gráfica, se observa que en los períodos 2001-2007 y 2011-2015 se consiguieron mejoras sostenidas en el coste… pero en el período 2008-2010 se observa una disminución muy significativa, debido a avances importantes en la tecnología y en el enfoque de las investigaciones de este ámbito.

Llevando esto a nuestra realidad cotidiana, ¿cuál de las dos alternativas es la mejor? ¿A qué enfoque deberíamos destinar esfuerzos?

Curiosamente, las organizaciones con modelos de negocio establecidos pasan gran parte del tiempo trabajando en la línea de pequeños ajustes diarios (kaizen) mientras dedican la mayor parte de su energía a hablar sobre los grandes cambios que se necesita (kaikaku). 

Por otro lado, la mayoría de las startups enfocan su propuesta de valor en intentar generar modelos disruptivos en nuestro día a día, en producir cambios radicales en los paradigmas que nos rodean. De hecho, se ha puesto tanto énfasis en ello que algunos autores opinan que se ha abusado de dicho término (ver artículos aquí y aquí).

Entonces, ¿qué enfoque es el correcto? ¿Debemos buscar cambios radicales sustanciales, aunque eso suponga grandes esfuerzos y pocas probabilidades de éxito, o bien pequeños cambios graduales sostenidos en el tiempo, que sean más sencillos de aplicar aunque no tengan un efecto visible espectacular?

En mi opinión, y se trata de una opinión, en la mayoría de las organizaciones resulta más práctico trabajar sobre la mejora continua diaria (kaizen), dado que permite construir hábitos y una cultura corporativa. Pero, al mismo tiempo, puede intentarse encontrar mejoras radicales (kaikaku), como fruto de dicha mejora continua diaria o bien de la vigilancia tecnológica (buscar lo que ya existe en el entorno).

A través de desarrollar una cultura corporativa de reflexión sincera (hansei) y de sistematizar el aprendizaje de la organización (mediantes retrospectivas y lecciones aprendidas, grupos de trabajo y análisis causa-efecto), se puede establecer los fundamentos para detectar oportunidades de mejora y aplicarlas. Y en ese proceso, realizado con frecuencia para «mejorar día a día», resulta posible encontrar mejoras radicales con una mayor facilidad.

Mejorar puede entenderse como el resultado de una combinación de actitud (enfocar las soluciones ante cada problema) + compromiso (decisión sincera de evolucionar) + esfuerzo (acciones prácticas). Y, en este sentido, la combinación de cultura corporativa y sistematización pueden ser piezas clave para convertirlo en una realidad consistente en las organizaciones.

 

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