Cómo ser un buen líder

6 oct

Recientemente, una de mis hermanas me pidió algo de bibliografía sobre temas de liderazgo. Lo cierto es que para nada soy un experto en ese ámbito, pero sí es algo que me ha interesado desde siempre, por lo que -a partir de esa pregunta- me he animado a escribir este post donde planteo mi visión particular de este tema.

¿Por qué no existe 1 única forma de liderazgo efectivo?

Esta pregunta es la que más me hacía a mí mismo, y más me costó comprender. Simplemente, estaba buscando la respuesta a la pregunta equivocada: intentaba averiguar la fórmula mágica que permitiera saber liderar para todos, en cualquier caso y con cualquier persona. Al final lo comprendí: simplemente, ¡eso no existe!

Personalmente considero que existen 4 factores clave que determinan cómo efectuamos el liderazgo con otra persona:

  • Nosotros mismos: nuestra forma de ser, nuestro estado de ánimo, experiencias previas (en general y con la otra persona en concreto), motivación para liderar,… Cada persona tiene su propio carácter y su propia visión de la realidad. Por lo tanto, podemos adaptar ejemplos de liderazgo que veamos en los demás, pero siempre deberemos saber adaptarlos a nuestro propio estilo. De lo contrario no seremos coherentes con nosotros mismos. Es imposible un liderazgo efectivo fingiendo ser otro.
  • La otra persona: su forma de ser, su estado anímico, experiencias previas (en general y con nosotros mismos), predisposición a ser liderada,… Una de las realidades con las que más dificultades tuve es que, sencillamente, tienes que amoldarte a cada persona que lideras. Un mismo enfoque de liderazgo puede funcionar con una persona y no con otra. Hay multitud de factores que influyen (predisposición hacia ti a nivel personal, posibles problemas con la autoridad, autonomía de trabajo, relación con los demás miembros del equipo, nivel académico,…)
  • La relación entre nosotros y la otra persona: nivel de autoridad y jerarquía, relación personal, posibles lazos de amistad o familiares,… Cómo es la relación concreta entre nosotros y la otra persona también es un elemento que establece facilidades o dificultades en el liderazgo. Puede ser una relación de empleado con mayor antigüedad y empleado de reciente incorporación, puede haber una diferencia importante de edades (por ejemplo, persona joven que debe liderar personas mayores), puede tratarse de familiares (padres liderando a hijos),… Nuestra relación con el otro también condiciona enormemente cómo debe ser el liderazgo.
  • El entorno: cultura de la organización, ambiente, costumbre culturales o sociales,… No es lo mismo el liderazgo en una institución militar, que en una organización de voluntariado, una empresa familiar o una gran multinacional. Cada organización posee su propia cultura que puede favorecer (o establecer) un determinado tipo de liderazgo mientras que puede frenar (o impedir) otros formas de liderar. En ocasiones se requiere un tipo de liderazgo que no es bien visto por la alta dirección o por la organización en general: el líder es rechazado por sus métodos, a pesar de que sean los más convenientes para ese caso.

 

Empezar liderándonos a nosotros mismos

Resulta muy difícil liderar a los demás sin antes tener una adecuada gestión de nosotros mismos: de nuestra imagen, de nuestro tiempo y, por supuesto, de nuestra efectividad. De todas las herramientas que posee un líder para gestionar tareas, para desarrollar personas y para generar cambios, la más significativa es con creces dar ejemplo.

En su obra «Los 7 hábitos de las personas altamente efectivas«, el autor Stephen Covey expone una serie de pautas encaminadas a mejorar nuestra forma de trabajar, y de vivir en general. En dicho libro, destaca especialmente el primer hábito, la proactividad, entendida como la decisión personal de asumir la responsabilidad de nuestras acciones, de nuestra propia iniciativa y de cómo respondemos a lo que nos sucede.

Este hábito siempre me ha parecido el núcleo de cualquier desarrollo personal o mejora profesional que deseemos hacer. Sin proactividad, no entenderemos que el camino del liderazgo debe ser recorrido por nosotros mismos, y que las posibles dificultades que encontraremos no pueden, de hecho, cambiar el hecho de que tú, y sólo tú, eres el arquitecto de tu propio destino.

Ser líder requiere una considerable fuerza de voluntad y la capacidad de gestionar la propia motivación. Esto conduce a una curiosa paradoja: centrarse en mantener motivadas a las demás personas sin permitir que ellas te desmotiven a ti, cuidar de los demás miembros pero tener que ser tú quien cuida de ti mismo. Esta dura realidad a veces resulta simplemente demasiado exigente para muchos que asumen el liderazgo, pudiendo producir en el líder frustración, fenómenos de burnout o conflictos personales con el resto del equipo.

El camino al liderazgo efectivo requiere perseverancia, mucha autoconfianza, asertividad en la comunicación con los demás, abandonar el propio ego, adquirir resiliencia  ante los conflictos y los problemas y, sobre todo, mucho mucho sentido común.

En lo que respecta a la gestión personal, recomendaría principalmente «Los 7 hábitos de las personas altamente efectivas» de Stephen Covey. Como lectura adicional, «El Ejecutivo Eficaz» de Peter Drucker.




Imagen bajo licencia Creative Commons. Fuente de la imagen: FMG2008

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