La incertidumbre como motor

24 mar

Recientemente, en una visita a CosmoCaixa Barcelona, captó toda mi atención uno de los paneles informativos en la sección de Naturaleza. A pesar de la mirada extrañada de otros visitantes ante la rara imagen de un tipo sacando una foto a un texto en lugar de al bicho en cuestión (eran unas bacterias, zoonosequé), no me pude contener. Simplemente, el texto me pareció profundamente acertado.

foto_incertidumbreLa gran aventura de un ser vivo es seguir vivo, es decir, mantener su complejidad independiente de la incertidumbre de su entorno.

Para ello tiene varias estrategias posibles: anticipar la incertidumbre (inteligencia, sistema inmunológico,…), actuar cambiando de medio (movilidad) o cambiando el medio (tecnología, arquitectura), o cambiar la propia identidad (evolución, asociación,…)

Estos son los cuatro conceptos claves: complejidad, acción, incertidumbre y anticipación. La incertidumbre es todo un desafío que estimula la evolución de los seres vivos.

Por ello, se puede decir que la incertidumbre es uno de los motores de la evolución…

 

Curiosamente, una de las mayores lecciones que he obtenido en mi vida profesional al dirigir proyectos tecnológicos, es que el concepto de control absoluto es una quimera. Una utopía que parece proceder desde nuestro ego más recóndito.

Soñamos con controlar, con mantener la situación supeditada a nuestros objetivos, como si observando el escenario desde fuera pudiéramos tener dominio sobre las circunstancias más allá de lo que podemos hacer nosotros mismos.

El problema de tomar al pie de la letra el término control es que conlleva dedicar una cantidad ingente de energía en tratar de que nada se escape, de que todo salga según lo planeado. Y, bajo ese paradigma, las reacciones imprevistas y los cambios inesperados los tachamos de amenazas. De hecho, no es infrecuente ver a controllers que están constantemente enfocados hacia el aspecto negativo. Sin quererlo, dedicas tanto tiempo a buscar y a anticiparte a los obstáculos, que terminas con una distorsión negativa de la realidad, viendo únicamente problemas en tu día a día. Tratando de ir a mejor, entrenas la mente en buscar porquería. Terminas como el policía paranoico, como el limpiador compulsivo o como el directivo que sólo ve trabajadores improductivos a su alrededor…

Por supuesto, es necesario controlar, pero desde una perspectiva más constructiva. Controlar desde la intención de “medir” la situación, para luego “actuar”. Comprender que no podemos prevenir ni bloquearlo todo, pero sí está en nuestra mano actuar frente a lo que surja. Como el navegante que adecúa las velas de su barco ante las olas y el viento.

incertidumbre

El grupo de procesos del PMBOK relativo a este ámbito lo define como “Control y Seguimiento”. Y de estas dos palabras, siempre me ha parecido más interesante la segunda: una revisión periódica de la situación lo menos sesgada posible (ni demasiado optimista ni pesimista). Pensando en identificar oportunidades y en posibles problemas, tratamos de extraer acciones prácticas y concretas en nuestra labor de seguimiento. Medir y Actuar. En definitiva, la C del famoso paradigma PDCA de Deming.

Por todo ello, cada vez tengo más claro que no hay que tratar de eliminar la incertidumbre, porque es consustancial a todo lo que nos rodea. Ese esfuerzo a la larga no es productivo, no es sano y, desde luego, no es divertido. En cambio, tratemos de saber convivir con la incertidumbre, de intentar aprovecharla a nuestro favor y de procurar ser lo más adaptativos posibles.

El texto propone aun cuatro estrategias, que de por sí podrían dar cada una para un post, y que se resume en:

  • Anticiparnos a la incertidumbre (minimizando riesgos, propiciando oportunidades): preparación previa, mejora de la formación, análisis predictivo y modelos estadísticos, gestión de riesgos,…
  • Cambiar de medio: de sector, de lugar de trabajo o de residencia, cambio de ámbito o diversificación, búsqueda de océanos azules, cambio de herramientas tecnológicas,…
  • Cambiar el medio: establecer procedimientos, cambiar la distribución física del equipo de trabajo, marcar pautas comunes y acuerdos,…
  • Cambiar la propia identidad: evolucionar nuestro perfil profesional o el de nuestro equipo de trabajo, renovar la imagen corporativa, saber asociarnos a los profesionales adecuados,…

Sin duda, conceptos extremadamente potentes que servirían para mejorar no sólo nuestro rendimiento, sino también para tener una programación mental más saludable. Porque, si lo reflexionamos bien, todo esto podríamos aplicarlo no sólo a un nivel corporativo (una organización entera) o al nivel de un equipo de trabajo, sino incluso a un nivel personal como individuos.

Acepta la incertidumbre como hecho ineludible. Aprende a actuar sabiendo que está presente y procura aprovecharla siempre que esté a tu favor. En lugar de rechazar la presencia de incertidumbre, abrázala, baila con ella y aprende a que forme parte de tu vida cotidiana.

 

Imagen bajo licencia Creative Commons. Fuente: marcovdz

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